Payasa délfica

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El enigma de la incertidumbre

Friday, July 23, 2010

La siniestra presencia de la remolacha y la lombarda

De entre la flora y fauna alimenticia que nos rodea, hay 2 elementos sospechosamente comestibles que suponen un gravísimo atentado contra la salud pública. Esteticamente inaceptables, de sabor y textura infames, consiguen algo al alcance de muy pocos comestibles: Que un ser humano normal no solo acabe odiándolos de manera cerval, sino que acabe por tomar manía a todos los alimentos que se acompañan o pueden acompañarse de estos 2 venenos vegetales que nos invaden.

Remolacha y Lombarda. El enemigo silencioso.

Los indicios raciones de la criminalidad de estas delicias culinarias son latentes:

1. ¿Alguien ha visto alguna remolacha o alguna lombarda íntegra, en todo su esplendor?. No. La respuesta es no, porque estos 2 brebajes siempre actúan de manera sibilina. Con premeditación, alevosía y ensañamiento. Siempre troceados o fraccionados, jamás dan da cara. Se esconden entre otros alimentos, esperando su momento para ser engullidos. Son cobardes.

2. ¿Alguien (no aquejado de algún tipo de patología psicosomática) ha pedido alguna vez en algún sitio que le sirvan una lombarda, o una remolacha?. No. Nadie. Solo un ruso de vodka hasta las trancas pediría una sopa de remolacha, y únicamente para equilibrar los efectos del delirium tremens. Nos encontramos con la puta lombarda y su alter ego remolacha sin haberlos pedido, sin esperarlos. A traición.

(Y 3). He dejado de comer Kebab. Y jamás compro esas bolsas de hierbajos que venden en los grandes almacenes como ensaladas de última generación. Y la razón es la misma: Hay elementos dispersos e indefinidos que puedo atreverme a asegurar tienen algo que ver con nuestras 2 protagonistas. En el caso de las ensaladas (rúcula, canónigos, batavia. brotes de soja y demás forraje), hay unas en particular de color violeta que tiran para atrás. No se qué son (nadie lo sabe, siempre atacan por la espalda), pero algo tienen que ver con la remolacha, la lombarda o algún tipo indeterminado de col venenosa.



El caso del kebab es el peor. El origen de mi odio sincero e infinito. Yo comía kebabs, la idea de atiborrarme a cordero o pollo de manera desordenada me seducía. Cebolla, tomate, crema agria o queso de cabra eran acompañantes aceptables, casi acertados...

...Y apareció la puta lombarda de los cojones, con su textura crujiente y subversiva. Qué asco. Una especie de fingers de lechuga pasada de fecha cortada en juliana para joder el invento. Y el color que deja en el pan de pita, entre rosáceo y violeta, para dar más dramatismo. Impregnando sus miserias en la carne, en el pan, en el tomate y en todas partes. Y si te cuelan el kebab con la lombarda ni se te ocurra tratar de apartarla y comerte el resto, porque este veneno ya se ha inoculado de manera irreversible, y a cada bocado te encuentras el lila de las narices.

Hay que desterrar esta cicuta vegetal de la dieta. De los cogollos de lechuga, la berenjena y la zanahoria cocida hablamos otro día, que tambien tienen lo suyo. De momento ahí queda un abominable homenaje a la lombarda y la remolacha.

3 comments:

Balta said...

Juasjuas,pues no lo habia pensado nunca,pero yo tampoco se como es una lombarda ni me gusta nada xD

Huracán Carter said...

Sacar un tocho de la remolacha y la lombarda tiene merito socio, mis felicitaciones, muy divertido.

Anonymous said...

En Madrid en Navidad toda la vida se ha cenado lombarga. Y disculpa, pero está buenisima. No se hizo la miel para la boca del asno.
Y que decirte de la ensalada alemana de remolacha, pepinillos, arenques y mahonesa, es esquisita, pero descuida no la pruebes, dejalas ambas para locos como yo. Que no tengo tiempo para escribir una página dedicadaal tema, como tu.