Payasa délfica

Payasa délfica
El enigma de la incertidumbre

Friday, June 17, 2005

Perfiles (III). La regia figura del hijodeputa

Siguiendo con nuestro análisis semanal de la flora y fauna ibérica, y a expensas de ampliar la trilogía (bien lo merecen el necio, el buenazo - que no bueno - y el envidioso), hoy hablamos de un individuo regio, hierático, mayestático y simpar. Descarnado, directo y colosal. El Hijodeputa. En singular. Siempre en singular. El mediocre entra en el colectivo mediocreS, y el imbécil en el de imbécileS. Pero el hijodeputa no. Nunca se integra en colectivo alguno, su colectivo es el de Hijodeputa a secas. Porque, para un hijodeputa, él es la raíz y origen del concepto. "Yo no soy un hijodeputa, soy el hijodeputa". Los demás son otra cosa. Esto desemboca, claro, en el individualismo. Estamos ante un sujeto que gusta de trabajar en solitario. Los demás individuos son para él morralla. Su visión no va más allá de clasificar a la plebe en 2: El hijodeputa (él mismo), y los demás, a los que considera mercancía. Tiene amigos. Tenerlos, los tiene. Pero ojo, no le importan lo más mínimo. Un hijodeputa nunca se rodea de otro hijodeputa (ya hemos dicho que para él solo existe 1 de su especie, y es él mismo). Se rodea de gañanes. Su intención es ser idolatrado de manera sistemática, ser admirado y respetado. Y para ello se rodea de un grupo de bufones (no el bufón del colectivo gracioso, sino el bufón tontín riegracietas que disfruta riéndole una gracia y viendo como el hijodeputa se relame). Se relame, sí. Porque el hijodeputa solo es plenamente feliz cuando siente la superioridad que proclama. Si es consciente de que es admirado, temido e idolatrado, desprende una cascada de feromonas que lo hacen aún más hijodeputa. Un auténtico HIJODEPUTA. Ejemplo. Los 3 amigos del post del imbécil. El hijodeputa apura su ballantines en la barra mientras el imbécil trata de llevarse a una a la cama y el gracioso le cuenta a la gordita que Barbate es la capital de Chiquitistán, harl, no puedo, no puedo. La tercera de la amigas se fija en él. Por supuesto nuestro individuo se ha dado cuenta, y empieza a desprender feromonas, pero sigue a lo suyo. Y lo suyo es darle sorbitos a la copa y hacer como que masca chicle (sí, señores, el hijodeputa masca chiche sin tenerlo, y con el labio inferior resopla cada cierto tiempo para moverse ligeramente el flequillo). El imbécil se la presenta (el gracioso empieza a hastiar a la gordita cuando le cuenta que una vez se arrancó 2 dientes con un hilo atado a la puerta del baño para que Pérez, el ratoncito, le trajera de una vez el Quimicefa y el juego de magia de donde salía un conejo). Ya van 10 minutos de conversación, y él habla sin mirarla. Tiene la mirada perdida en el infinito, porque nuestro hijodeputa nunca fija la mirada en un punto, sino en todos a la vez. En el minuto 11 le pregunta a la chica (es alta, morenita y de pelo largo, diríamos que guapita): - "Ya oye, tienes novio?". La chica se sonroja un poco (le gusta el hijodeputa, que le vamos a hacer) , y dice "Bueno, jeje, la verdad es que no", a la vez que sonríe y se encoge de hombros. El hijodeputa le mira (no a los ojos), le sonríe y le dice (mascando el inexistente chiche): "De **** madre reina, mi hermano ha abierto una agencia de contactos y creo que das el perfil de clienta: Hablas mucho, piensas poco y das un aspecto muy juvenil con esos granitos de la frente. Quizá podrías hacerte unas coletas para potenciar esa imagen de putilla bobalicona". Se da la vuelta, y pide otra copa. No va a follar, pero....qué cojones!, ha coseguido humillar a una desconocida en 12 minutos y 48 palabras, y casi supera el récord de 7 minutos y 32 palabras. El mito se agranda (el récord para humillar a conocidos/as es de 1 minutos 24 segundos, y 3 palabras). Ha ganado. Se pide otra copa (y otro chicle). Piensa que debería dejarse un poco más de flequillo, y sonríe a la camarera. Dejar a los demás en evidencia y humillarlos hasta la extenación es su triunfo. No le interesa mucho follar (aunque folla, siempre en silencio para controlar la situación y jamás practicará un cunniliguis). En realidad, no le interesa mucho nada, aunque para ejercer de hijodeputa tenga una conversación fluida, verbo fácil y un dominio sorpendente de ciertos temas ( es listo el hijodeputa. Sabe que metiendo a Groenlandia y comentando que pertenece a Dinamarca sale airoso en geografía. Se ha aprendido que Stalin se llamaba en realidad Iósiv Visariónovich Dzhugachvili, y eso es un punto. Explica mientras su fuma un marlborito que ya no hay tenis como el de Connors, Vilas y Lendl). El imbécil se va con la suya (volviendo al ejemplo), ha triunfado y sus padres no están en casa. El hijodeputa se va con el gracioso, que no entiende como la gordita ha pasado de él. Le cuenta sus miserias, y al llegar a casa, desde el portal y con el quinto chicle, que esperemos no lleve azúcar que al hijodeputa le aterra la idea de estar gordo), le dice al supuesto amigo, el gracioso: "Tío, de verdad, si no has podido comerte a la gorda esa ve asumiendo ya que siempre serás un fracasado, y que es mejor que no sigas haciendo el ridículo todos los fines de semana". El gracioso se va, de nuevo humillado por nuestro héroe de hoy. El hijodeputa apura el marlboro, se acuesta y se da una paja pensando como le da de hostias a Amalia, su compañera de trabajo, que la tiene atragantada. Mañana será otro día. El hijodeputa, un mito viviente. Todos lo hemos sido, pero pocos, muy pocos, han sido, son y serán. El eterno hijodeputa, inalcanzable.

1 comment:

Eder said...

Juajsuaj, grande esto del hijodeputa, me ha parecido un reflejo fantástico y muy cierto. Enhorabuena por el blog, muy entretenido